La comuna 13, un barrio de alrededor de 160 mil habitantes, fue una zona de conflicto armado, entre milicias guerrilleras de los grupos ELN y M-19 inicialmente, y más adelante las FARC, y grupos paramilitares, a los que se sumó el problema del narcotráfico. Hoy dia, entre la inversión municipal y el trabajo de muchos grupos desde la comunidad, está permitiendo un cambio importante en la vida de la comunidad, donde el arte y la cultura son motores de transformación.
A la Comuna 13 llegan cada día unos 1000 visitantes cada día, en grupos con visitas guiadas o autónomamente, para disfrutar los múltiples graffitis que llenan las paredes de la comunidad .
Desde el Programa de Atención a las Víctimas del Conflicto, de la Secretaría de Gobierno de Medellín, Área de Memoria Histórica, se realizaron entre 2010 y 2011 consultas ciudadanas y talleres, con dos objetivos:
Identificar las memorias que sobre las violencias y el conflicto armado se tiene en la ciudad de Medellín desde diferentes sectores, actores y territorios;
Realizar una consulta ciudadana e institucional que permita valorar la importancia, validez o resistencias que suscita la propuesta de un museo de la memoria para diversos sectores de la ciudad, los ejes temáticos narrativos sobre los cuales desarrollar el guión museográfico y las formas de participación ciudadana en la Casa de la Memoria.
A partir de ahí se pudo responder a la pregunta ¿Para que el Museo Casa de la Memoria?:
Para reunirnos, apoyarnos, conocernos, para visivilizarnos.
Para impedir la negación de lo que nos avergüenza e interrogar las responsabilidades.
Lucía González, directora del Museo Casa de la Memoria de Medellín dice:
“El Museo Casa de la Memoria es hoy, el gran recurso para construir un futuro más inteligente y armónico. Es la posibilidad del ser humano de recordar lo que ha pasado, procesarlo y construir sobre la memoria una nueva realidad. La memoria no es un asunto estático ni solamente de dolor es en esencia lo que hoy somos. Cuando se reflexiona se permite proyectar de forma consciente hacia un futuro.
La memoria tiene un efecto sanador y reparador, entre otras cosas porque cuando los hechos se nombran en colectivo permiten que los relatos trágicos se conviertan en épicos.
Memoria para comprender quienes somos hoy porque somos producto de un pasado; memoria para proponerle una salida al país, a la sociedad y a nuestro propio ser, porque también es reconfigurar muchas cosas que culturalmente hemos ido adoptando como normales y que nos llevan a la exclusión, por ejemplo, o a aceptar la violencia como una cosa natural; y memoria para construir un horizonte de paz. La paz es una meta que puede ser lejana, pero si ese horizonte está presente nosotros siempre vamos a actuar en razón a ese horizonte. Es la gran utopía que tenemos que construir como sociedad. Ponernos de acuerdo en que tenemos que deconstruir unas maneras culturales que tenemos de excluirnos, de violentarnos, de resolver de manera violenta y por los propios medios los conflictos, a construir una manera de estar mucho más inteligente.
(…)
Hay una pregunta esencial: yo dónde estaba, yo por qué no me di cuenta yo por qué no hecho nada. Hay otra que es muy conmovedora yes de las víctimas que vienen que no han hecho parte de procesos de memoria ni de colectivos de víctimas y que ni siquiera han logrado nombrar su dolor, se dan cuenta de que hay una cosa muy importante y es transformar ese dolor en un proyecto colectivo de país. Hacer parte de esa salida del conflicto; que no se trata de estar por ahí aislado, rumiando su dolor y congelándolo sino sacarlo afuera. Una experiencia que es muy dolorosa es que los victimarios que han tenido la oportunidad de entrar al museo y reconocer las experiencias se conmueven muchísimo, porque la gran mayoría de ellos no son consciente del daño del que hicieron parte, la mayoría de ellos reconoce los pequeños círculos de acción en los que vivieron sin la conciencia suficiente.
Este es mucho más que un museo (…) es un dispositivo muy importante porque la alcaldía ha puesto en el centro de su proyecto a las víctimas y ha hecho para eso un edificio y un lugar permanente de reconocimiento de las víctimas de la tragedia que ha vivido el país. El museo es un proyecto pedagógico que se extiende en el territorio, en la escuela, en las universidades y si tenemos más apoyo vamos a poder estar en muchos más lugares de esta ciudad y de este país. No es suficiente hacer talleres y conferencia con las víctimas y los públicos cercanos sino incidir en la sociedad, incidir en los órganos decisorios de la política nacional. Queremos que las organizaciones, la sociedad toda se haga corresponsable con la construcción de la paz, de la reconciliación y que el estado vaya modificando su institucionalidad, su legislación, sus maneras de hacer maneras de hacer presencia en el territorio, porque hay que resolver también políticamente este conflicto.
Todos tenemos posibilidades de hacer cosas, desde el trato que tenemos con las personas que tenemos alrededor, la justicia social que podemos hacer a través de los derechos laborales, o el acceso a los derechos de las personas, la inclusión cuando pensamos en proyectos y programas de las diferencias, la valoración de las diferencias. Este país nació pensando que todos éramos católicos, castellanos y blancos y este país es un país donde la riqueza es la diferencia, pero todavía excluimos a los negros, a los indígenas, a los comunistas, y esa tarea hay que hacerla como seres humanos, es decir que somos criaturas de una humanidad, que existimos en la diferencia para enriquecernos no para eliminarnos”.